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Costumbres heredadas


Hoy retomo esta suerte de blog (olvidado por casi un año) donde encuentro la excusa perfecta para arrojar palabras sueltas. Tratando de darles un sentido profundo a lo que está pasando dentro de mi cabeza.


Me puse a leer algunas notas que escribí a mano en un cuadernito amarillo donde arrojo oraciones e ideas, y ayer encontré una frase que decía "Las costumbres son heredadas. Y si ellas son buenas, considérate afortunada". Le di unas cuantas vueltas y decidí elaborar esta segunda entrada al blog en torno a esa idea, desmenuzar el significado desde mi perspectiva y enlazarlo a mi madre. Mi madre está llena de costumbres.


Algo muy particular que me pasa, es que a pesar de llevar tantos años viviendo en México los días festivos los sigo celebrando o conmemorado como si estuviera en Paraguay. El 15 de mayo es y siempre será para mi el día de las madres, quizás sea mi manera de no arrancar mis raíces y que a pesar de los años o la distancia siempre sabré que soy de allá, que días como estos son el pretexto perfecto para recordar de donde vengo, mientras trazo en el mapa hacia donde voy.


No sabré decir exactamente cuando fue, pero de algún tiempo para acá la relación con mi madre dio un giro inesperado. Empezamos a tener un acercamiento distinto, de dos adultas hablando con total transparencia de lo que nos une y nos divide, de sus experiencias de vida y mis dudas existenciales, de su certeza de que yo puedo lograr todo en esta vida y mi escepticismo al respecto. Nos empezamos a ver desde una perspectiva madura y eso sin duda, cambió por completo nuestro trato y nuestras posturas ante cualquier tema. Empezamos a hacer costumbre tener conversaciones ligeras pero cargadas de significado, de amor, de entendimiento, de raciocinio, de enojos, de risas y llantos.


De mi mamá heredé tantas costumbres. Desde el gusto por ver películas clásicas hasta bailar al ritmo de alguna canción sin importar que alguien me vea. Ella me acostumbro a escuchar y apreciar todo tipo de música, desde Suzi Quatro, hasta Eva Ayllón, desde Bob Dylan hasta Mercedes Sosa, desde Karen Carpenter hasta Raffaella Carrà. Con mi mamá aprendí a "saborear" cada canción, a respetar el arte sea cual sea la expresión. Mi oído creció escuchándola cantar primero, componer después.


Las costumbres de mi madre varían desde hacer crucigramas todos los días, hasta mandarme audios de whatsapp diciendo cuanto me ama, cuanto me extraña. Ella toma mate casi diario y ve noticias sólo para hacer corajes de tanto en tanto. Tiene la costumbre de preocuparse de todo y de todos, de cargar "mochilas" que no son suyas para hacer más ligero el viaje de quien lo requiera.


¿Quién iba a pensar que las costumbres, lo elemental, lo obvio serían lo que más iba a extrañar? Hoy quiero decirte que yo te vi ma. Yo te vi cuando lloraste y te secaste las lágrimas sola, yo te vi cuando te serviste lo poquito que quedaba en el sartén por no dejarnos sin comer, yo te vi sentada en primera fila en cada presentación escolar aplaudiendo con el pecho inflado y los ojos brillosos. Yo te vi enojada y preocupada cuando no llegue a la hora pactada a la casa, también te vi cuando te maquillabas y te arreglabas eso siempre me dejaba anonadada. Yo te vi frustrada con la injusticia, y te vi haciendo magia con nuestra economía cortando cupones del super para ahorrar el poco dinero que entraba.


Y hace algunos meses por primera vez te vi en mi. En la genética y en las buenas costumbres que te heredé, te vi en mi sonrisa y en mi llanto, no se si sea la vida adulta o sean los años, pero esto de parecerme un poquito a vos me llena de emoción y nervios, todo junto y mezclado. Creo que al fin comprendí, que tus costumbres son las mías y que las llevo como bandera a donde sea clavándolas como un signo de independencia, y es que el amor que te tengo no conoce límites, distancias ni fronteras.

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